Me pregunto: ¿existe solo una forma de amar o tantas como seres?
Creo que la mayoría hablamos de amar y del amor, nos mostramos de acuerdo o no, pero el sentido que cada cual le da puede ser tan diferente que es como si fueran cosas distintas. Y además solemos asumir que los otros utilizan la palabra amor con el mismo sentido que nosotros. Craso error.
Ante todo, el sentido profundo que una palabra tiene para alguien depende de lo que para él represente, de la experiencia que de ella tenga, más que del significado establecido en el diccionario.
Muchos de nosotros tenemos en nuestras vidas animales con los que convivimos, mascotas que muchas veces son una parte más de la familia, un miembro más, y a los que llegamos a amar tanto o más que a muchas personas, aunque suene algo fuerte. Para mí hay dos especies que representan muy bien los dos tipos de amor que más abundan en el género humano: los perros y los gatos.
El perro ama de una manera incondicional, está totalmente pendiente de su amo, siempre dispuesto a acudir a su llamada y a dar la vida si fuera preciso. Incluso soporta el palo y se queda sumiso esperando.
El gato es todo lo contrario, aunque siempre hay excepciones, por supuesto. Ya puedes llamar a un gato que sólo acudirá cuando le interese. No soportará que le pegues, lo harás una vez pero no más, incluso se podría revolver contra ti. Digamos que está contigo porque le interesa.
Y en el género humano tenemos esas dos formas de amar con, eso sí, toda una serie de variantes. Están quienes aman porque así lo sienten sin importarles la respuesta del otro y quienes aman mientras les conviene.
Quizás una de las formas más sublimes de amar la tengamos en las madres. El amor de las madres es el más elevado y desinteresado que podemos experimentar como hijos y sentir como madres. Una madre siempre amará a su hijo sea éste lo que sea, haga lo que haga, porque su amor es incondicional y no depende de lo externo, es carne de su carne, sangre de su sangre, lo ha llevado en sus entrañas y lo que a él le hagan se lo hacen a ella. Una madre jamás se divorciará de su hijo, jamás renegará de él, su amor no tiene límites, es para siempre.
El amor de pareja es distinto, es un amor basado en una mezcla de química, ideales, intereses comunes, y también está el sentir del corazón, por supuesto. Pero suele ser un amor que replica igual que la bolsa, con subidas y bajadas dependiendo de la oferta y la demanda, porque éstas siempre están presentes, yo te ofrezco y al mismo tiempo espero algo de ti, y tú haces lo mismo, explícita o implícitamente, consciente o inconscientemente.
No es mi intención extenderme mucho más sobre este tema, solo reflexionar un poco sobre lo que más se aprecia en cualquier relación de amor en su más amplio sentido, en los afectos en general, y es que suele estar siempre presente la demanda, la exigencia, el chantaje emocional, el teatrillo para conseguir lo que se pretende y la satisfacción de toda una serie de deseos a los que creemos tener derecho.
¡Qué bonito sería que comenzáramos a ensayar otro tipo de amor! ¿Por qué no elevar un poco el listón, hacer de un modo diferente, olvidarnos un poco de las estructuras mentales y emocionales rígidas que tanto nos limitan?
Amar por amar, amar por amor, amar porque se siente y no se puede evitar, sin tratar por ello de conseguir nada a cambio, ningún beneficio especial, ninguna situación de privilegio, sin demandas, chantajes, exigencias, sospechas ni controles de ningún tipo.
No podemos obligar a nadie a que nos ame, como tampoco nadie nos puede obligar a amarle. El amor debe surgir por sí mismo, es más, no se puede evitar, se siente y no se puede hacer nada, es algo que ha nacido y cuando algo ha nacido hay que cuidarlo y protegerlo, hay que darle cauce, y eso nos lleva, en el punto en que está hoy la humanidad, a recrear una nueva forma de expresión del amor, del afecto, de las relaciones en general, en la que todos somos aprendices y beneficiarios, pues siempre acabamos recibiendo lo que damos, nunca lo que exigimos. Jamás es un problema el amor en ninguna de sus manifestaciones, ahora bien, es responsabilidad de cada ser ver cómo es capaz de expresarlo teniendo en cuenta a la totalidad y no solo a sí mismo.
Está claro que esta sociedad tiene como cimientos toda una serie de creencias, leyes, imposiciones, etc. que hacen posible que funcionen muchas cosas, pero a costa muchas veces de limitar muchísimo las posibilidades de crecimiento y expresión de los seres que la formamos.
El amor es un arma de destrucción masiva, pero sólo de aquello que no es real, de lo que no vale ni sirve, pues sólo el amor es real, y por tanto es algo que la sociedad tiene que controlar para poder seguir existiendo conformada en la gran mentira que es. Por tanto, existen formas de control para impedir poner en peligro los cimientos fundamentales que sostienen la gran carpa de este circo en que vivimos.
Ante ello tenemos el reto de sentir cómo dar cauce a ésta energía de vida que ha hecho posible, entre otras cosas, que estemos ahora aquí, leyendo, compartiendo, respirando, viviendo…
¿Qué puede haber más liberador que dar amor y sentirse libre, libre de expectativas de recibir nada a cambio? De todas formas seguro que vuelve a nosotros de algún modo. O mejor dicho, ya está aquí, en ti y en mí, en este preciso instante, pues realmente… sólo hay amor.