28 marzo 2008

I'bn Arabi y La Unidad


Tu piensas que eres,
mas no eres y jamás has existido.
Si fueras, serías el Señor,
el segundo entre dos.
Abandona tal idea,
porque en nada diferís vosotros dos
en cuanto a la existencia.
Él no difiere de ti y tú no difieres de Él;
si por ignorancia piensas que eres
distinto de Él,
quiere decir que tienes una mente
no educada.
Cuando tu ignorancia cesa alcanzas la paz,
porque tu unión es tu separación
y tu separación es tu unión;
tu alejamiento, una aproximación,
y tu aproximación una partida.
Siendo así que te vuelves mejor,
cesa de razonar y comprende
por la Luz de la intuición,
sin la cual te olvidas de Sus rayos.
Guárdate de dar un compañero a Allâh,
porque en tal caso te envileces
con el oprobio de los idólatras.

Sobre los premios


He sentido la necesidad de escribir este post para explicar lo que siento acerca de los premios que vemos se dan en el mundo de la blogosfera.

Por suerte o por desgracia estamos sumergidos en el mundo de la dualidad, en el que es imposible estar solo en un lado. Así pues, no podemos estar siempre despiertos, saciados, alegres o tristes. Los estados que experimentamos son posibles porque, en sí mismos, son el espejo de la contra parte, y vemos que en el mundo en el que nos movemos, hay un movimiento, un cambio, una transformación, una mutación y una transmutación constante. Es la ley de la vida. Unos estados suceden a otros. Tratar de vivir esos cambios sin apegarse a ellos es una ardua labor que nos puede conducir a la ansiada unidad.

Desde que abrí los blogs me di cuenta que de vez en cuando la gente se daba premios, y era algo que me llamó mucho la atención. No quise entrar en ese juego de recibir y tener que dar, según las normas que operan, y quise mantener una independencia de criterio no sujeta al juicio –favorable o no- de terceros, por eso decidí, cuando me ofrecieron un premio por primera vez, agradecerlo personalmente y ponerlo –como yo digo- en mi corazón en vez de en el blog.

Con el paso del tiempo, personas que siento me aprecian de verdad, me han obsequiado con algunos premios que nunca he puesto a la vista, y el otro día, leyendo un post de un blog amigo, me llegó la alegría de una persona que sentía que un regalo que había hecho era bien acogido. En ese sentido, pensé, ¿no estaré mostrándome un poco desagradecido? Yo sé que no, pero pensé que no me costaba nada agradecer públicamente ese gesto hecho con amor y recibido por mí de la misma manera.

Por este motivo, y tratando siempre de hacer y escribir lo que siento sin estar sujeto al gusto de nadie, sino con la intención de compartir libremente mis opiniones y sentires con quien así lo quiera, escribo este post y pongo en la imagen los premios recibidos de estas personas que viven tras sus letras y expresan de corazón su sentir, a quienes aprovecho la ocasión para reiterarles mi amistad y respeto y agradecerles el suyo.

Los amigos que han tenido este bello gesto con Siguiendo la Vía son los siguientes:

m@r : entre mar y cielo ……… amiga en la distancia, mujer entera, corazón de fuego, alma de poeta, vividora del amor…

Luz Hernandez : siempre presente, para ti Rob ……… hermana de Rob Hernandez, con quien tuve el privilegio de poder compartir algo, pequeño pero intenso, y que siempre están en mi corazón

Yudith : mios tuyos nuestros ……… amiga, buscadora espiritual, ser inquieto que hace desde su lugar y da lo mejor de sí misma en todo

Gracias a todos vosotros, a los que me habéis hecho ese regalo y a los que me regaláis leyéndome y comentándome, todo es bien recibido cuando se hace con amor. Yo os doy a todos vosotros el premio de mi cariño y agradecimiento, y solo deseo que este pequeño mundo que compartimos en los blogs contribuya un poquito a mejorar la vida de cada día, en cada persona, cada hogar, cada país, en la tierra entera, que nuestras letras sean letras vivas y sentidas que muevan los corazones de quienes las lean y contribuyan un poquito a cambiar esta realidad que estamos viviendo en el planeta.

Somos seres privilegiados, ¡podríamos hacer de esta vida algo tan hermoso! Ese sería el mejor premio para todos.

Gracias…

18 marzo 2008

La Palabra: sonido y silencio (III)


Pareciera que sonido y silencio son cosas opuestas, como dia y noche, frio y calor o alto y bajo, y lo cierto es que es la misma cosa en diferentes momentos, no puede existir uno sin el otro.

Vamos a referirnos al sonido y el silencio en relación a la expresión humana, al lenguaje, a la palabra. Si observamos en nuestro medio ambiente podremos reconocer que el ser humano tiene obsesión por hablar –estamos generalizando, siempre habrá excepciones-, da la impresión de que todos tenemos muchas cosas que decir.

El caso es que si escuchamos, la tendencia es a repetir siempre las mismas cosas, a decir lo que ya se dijo, a comentar cosas que no tienen ningún sentido, a chismorrear, a criticar… Realmente, eso, no vale la pena. ¿Qué estamos aportando de nuevo?

Se supone que la palabra debe surgir por necesidad de comunicar algo, y la comunicación es lo que menos abunda. Hablamos mucho pero lo que decimos no nos nutre, no hace crecer al otro, no le da una información valiosa y necesaria para emplearla en su vida. Entonces, ¿qué estamos diciendo?, ¿qué hablamos?

Si hacemos la prueba de escuchar desde afuera en una reunión de gente, lo normal será que escuchemos una especie de cacofonía, una mezcla de sonidos distorsionantes. Si tenemos la oportunidad de hacer la misma prueba en un grupo de personas que están comunicándose de verdad, desde el corazón –cosa harto extraña-, el sonido que nos llegará será totalmente distinto, sentiremos que no hay distorsión y, aunque no podamos distinguir lo que habla cada cual, habrá una armonía entre todos los sonidos. Hagan la prueba si pueden, merece la pena.

Hablar no equivale a comunicarse, es uno de los distintos sistemas que podemos emplear para hacerlo, pero eso no se produce en cualquier caso. Para comunicarnos debemos hacerlo en unas determinadas condiciones. Comunicación debe ser como comunión, una común unión en base a algo que compartimos y que promueve un movimiento y un cambio en nosotros que nos lleva a transformarnos. Ese es el auténtico verbo, el auténtico sonido creador y sanador. Lo demás es verborrea y distorsión que conducen a la confusión y a todo tipo de desequilibrios.

Comunicación ---> Fusión - Verborrea ---> Confusión

La primera gran explosión que originó el universo, el Big Bang, fue luz y sonido, y ese sonido podríamos decir que nació de la intención de una Fuerza que se fue concentrando y desde el estado anterior de no existencia, desde el silencio, se produjo el primer sonido de la Creación, y éste produjo la manifestación en el plano de la materia-forma.

Así, el silencio debe ser el tiempo en que gestamos el sonido en nuestro interior, a partir de lo que sentimos y necesitamos comunicar y compartir, y cuando éste llega a estar completo como idea y sentir, entonces le podemos dar forma a través de la palabra para que salga al exterior como sonido creador y llegue a los otros como una flecha certera al centro de una diana. Y la diana, entonces, se sentirá tocada por la flecha, es más, diana y flecha serán uno.

Todo el mundo quiere hablar y que le escuchen, nadie quiere escuchar, y la mayoría de veces quienes lo hacen, están ansiosos esperando su turno para hablar. ¿De verdad creen que es tan importante lo que tienen que decir?

Tenemos que llegar a un equilibrio entre sonido y silencio, pues gracias al silencio podemos escuchar el sonido, y gracias al sonido reconocemos el silencio.

Estaría bien que hiciéramos el trabajo de recogernos en silencio de vez en cuando, pasar unas horas, un día, unos pocos minutos por lo menos. Teniendo en cuenta que a veces estamos callados solo por fuera, pero por dentro no dejamos de hablar, o tenemos la radio o la televisión siempre en marcha, la cuestión es no entrar en el silencio. Da miedo el silencio, mucha gente no lo soporta.

¿Están dispuestos a probar, por un solo día, a hablar solo desde el silencio sentido? No es difícil, solo tienen que controlar la tendencia a hablar de lo que sea y mantenerse en un silencio expectante desde el que, en un momento dado, surgirá algo que decir, algo de verdad, y entonces el silencio dará paso al sonido.

Y es que en el silencio se oyen cosas, se sienten cosas y se dan las condiciones para que, desde él, surja la palabra justa. Y con la palabra justa, con el Verbo Creador, podemos cambiar nuestra realidad.

Silencio ---> Big Bang ---> Sonido Creador

Vivir el silencio


El silencio es la cuna del sonido,
y el sonido descansa y toma forma,
para poder nacer, mas adelante,
en palabras del alma que transforman.

15 marzo 2008

Cerrando Círculos

Todos necesitamos recordar, en algún momento, que la vida es seguir adelante. Siempre y en cualquier circunstancia podemos seguir, el problema es que, a veces, el peso que llevamos a cuestas es demasiado grande para poder continuar caminando...


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09 marzo 2008

La Palabra: verdad y mentira (II)


Según el diccionario, mentira es cualquier expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa.

¿Alguna vez han hecho la prueba de contar las mentiras que dicen en un solo día?

Háganla un día, por favor, aunque solo sea para darse cuenta de hasta qué punto podemos faltar a la verdad.

No se le suele dar importancia a eso que llamamos “mentirijillas”, como si hubiera mentiras grandes y mentiras pequeñas, cuando lo cierto es que no hay mas que verdades y mentiras.

Mentimos cuando damos una respuesta codificada que no corresponde a la realidad. Por ejemplo: nos encontramos por la calle a un conocido que nos pregunta cómo estamos y respondemos que estupendamente, cuando nos acaba de decir la novia que se ha enamorado de otro hombre.

Mentimos si decimos una verdad a medias, es decir, solo una parte de la misma, omitiendo otra parte que no queremos decir por el motivo que sea. Sucede mucho en las quejas, en que contamos sólo la parte que nos conviene.

Se miente con las llamadas “mentiras piadosas”, esas que se dicen para no causar pena. ¿Tenemos derecho a ocultar algo importante a alguien para evitarle sufrir? Lo primero es que no sabemos si va a sufrir ni cómo va a ser su sufrimiento. Además, si le privamos de esa información le estamos usurpando su derecho de saber, sentir y tomar sus propias decisiones, lo cual crearía una situación muy diferente a la que creará la mentira piadosa manteniéndole en la ignorancia. Siempre es mejor conocer la verdad, aunque duela.

Se miente cuando la vida nos plantea una situación en la que debemos dar testimonio y callamos u omitimos lo que debemos testimoniar. Puede ser por muchos motivos, miedo, vergüenza, comodidad, búsqueda de beneficio, etc.

La palabra es el medio que tiene el ser humano para crear. Como decíamos en el artículo anterior, en el Evangelio de San Juan está escrito: “en el Principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”. Y ese verbo, esa palabra, es el mayor don que se le ha dado al hombre, con ella podemos crear el Cielo en la Tierra y también podemos crear un auténtico infierno, depende cómo la usemos.

Pero hay algo muy importante que debemos saber y no olvidar: estamos hechos de palabras, fuimos creados a través de la palabra y por tanto somos palabra encarnada, verbo encarnado. En nosotros está escrita nuestra historia y la historia de todo cuanto existe, y cada vez que emitimos una palabra de verdad, toda nuestra estructura resuena en la verdad y se ajusta a la perfección de la idea con la que fuimos creados, ganando armonía, salud, belleza, en fin, resonando –porque el verbo resuena- en la perfección. Y de la misma manera, cuando faltamos a la verdad, esa disonancia que se produce al emplear mal la palabra crea distorsión, confusión, sufrimiento, enfermedad, etc.

Todo cuanto emite el hombre vuelve antes o después a él. Somos creadores, conscientes o inconscientes, y toda nuestra creación regresa a nosotros. Si resonamos en la verdad, el poder creativo de la palabra regresará a nosotros dándonos lo mismo que hemos dado, y si mentimos también regresará a nosotros, pero devolviéndonos toda la desarmonía que hemos generado, con todas sus consecuencias.

El universo siempre nos devuelve lo que hemos emitido, pero… amplificado.

Jamás una palabra sincera y verdadera dañará nada ni a nadie, pese a las apariencias externas. Somos depositarios de la palabra creadora, que es sagrada, y tenemos el derecho y la obligación de aprender a usarla con sabiduría, pero para ello es indispensable que siempre digamos la verdad.

Ahí y así, estaremos usando la palabra con el auténtico sentido con el que El Creador nos la entregó: ser a Su imagen y semejanza.

08 marzo 2008

Cultivo una rosa blanca


Cultivo una rosa blanca,
En julio como en enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca,
El corazón conque vivo,
Cardo ni ortiga cultivo,
Cultivo una rosa blanca.

(José Martí)

01 marzo 2008

La Palabra: hablar por no callar (I)


De todas las palabras que decimos en un día cualquiera de nuestra vida, ¿cuántas son verdaderamente necesarias?, ¿cuántas son verdad?, ¿cuántas hacen bien a quien las recibe?, ¿cuántas proceden de nuestro corazón?

Muchas preguntas surgen de la palabra y muchas palabras se podrían emplear en su propia reflexión, pero vamos a tratar de no extendernos mucho, sino de plasmar unas pocas ideas muy claras, fáciles de entender y de aplicar.

Vemos que se habla, entre otras cosas, porque no se aguanta el silencio, produce incomodidad y se tiene la necesidad de llenarlo con algo. Estar con alguien y permanecer callado mientras no tenga sentido hablar es muy importante. Cuando se está en silencio se sienten cosas por dentro, cosas nuestras y de los otros, cosas del mundo, y si abrimos nuestros sentidos y dejamos que lleguen hasta nosotros estaremos sintiéndolas.

La palabra debería surgir del corazón (que no salga por tu boca palabra que no proceda de tu corazón), debería ser sentida y, por tanto, llevar en sí misma la fuerza, el convencimiento y el compromiso de quien la pronuncia, y si no fuera así más valdría callar.

Existen algunas expresiones referentes al valor de la palabra que me gustaría recordar: “es un hombre de palabra”, “palabra de honor”, “mi palabra va a misa”, etc. En todas estas expresiones, algunas bastante en desuso, se refleja perfectamente el valor que tiene o debería tener la palabra. En su día, había personas dispuestas a perder su fortuna e incluso su vida por haber dado su palabra y mantener su honor. Hoy en día, una firma tiene más crédito que la palabra, de la que ya no se fía nadie, e incluso así se falta a los compromisos y ni la firma vale ya.

Somos testigos, por tanto, de una verborrea generalizada y sin ningún sentido. Se habla por no callar, por decir algo, y la mayor parte de las veces se queda en palabras que no tienen sentido y no se cumplen, incluso muchas veces ya se pronuncian con la intención de no cumplirlas.

Está escrito en el Evangelio de San Juan: “en el Principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”. Nos está diciendo, realmente, que el verbo es creador, que Dios hizo la Creación a través del Verbo (la palabra), y si el hombre está hecho a Su imagen y semejanza, tiene el deber de emplear ese verbo con el auténtico sentido que tiene, para crear.

Sería un buen comienzo empezar a hablar con sentido, dejar de hablar por hablar, ser conscientes de que podemos y debemos crear con nuestro verbo, con nuestras palabras, y sentir lo que vamos a decir antes de pronunciarlo, comprometiéndonos a cumplir nuestra palabra, nuestra palabra de honor, porque no fue creada una sola palabra que no fuera de honor. Y si no es así, mejor sería permanecer callados.