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Hace mas de dos mil años, un gran maestro dijo: “dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Bueno, también dijo que había que ser como niños, y cosas por el estilo, y me da la impresión de que hoy en día ese mensaje sigue sin ser comprendido.
Los niños pequeños, cuando no han perdido aún la inocencia, son seres totalmente auténticos que expresan lo que sienten con una transparencia total sin deparar en las consecuencias, al contrario que los adultos, que siempre vamos sopesando las consecuencias de lo que decimos o hacemos y raramente eso corresponde con nuestro interior.
Hoy quiero compartir con vosotros la experiencia de un amigo muy querido que hasta hace unos pocos días trabajaba en una empresa frente a una máquina, como hacen tantas personas, alimentándola sin parar durante mas de ocho horas al día, y se atrevió a ser auténtico sin pensar en las consecuencias porque estaba pensando en la humanidad, en sus compañeros y en él mismo, que aunque trabajen frente a una máquina no son una máquina y merecen un respeto.
¡Qué difícil nos resulta dejarnos guiar! Siempre pretendemos controlar todo en nuestra vida y, a veces, alguien “empuja a nuestra vaquita” (eso os lo contaré otro día) y de golpe y porrazo nuestra vida da un vuelco total que nos lleva a una situación totalmente nueva. Pues bien, eso es lo que le ha sucedido a Manuel que, siendo consciente o no, se ha dejado llevar por su corazón y por eso hoy, esta misma mañana, mientras sus antiguos compañeros estaban frente a sus máquinas, como todos los días, él se estaba balanceando subido en ese caballo azul que podéis ver en la foto, tan feliz, disfrutando totalmente del momento y confiando en la vida, como un niño…
Quiero que podáis leer lo que le sucedió, escrito por él mismo. A continuación tenéis su relato:Me presento, soy Manuel, creo que el apellido no importa, ni la edad, solo vivo en la tierra, sí ese planeta que vemos por la tv de color azul y verde La experiencia que voy a contar no es un caso aislado creo que el tanto % lo está viviendo o ha vivido alguna vez y por si no lo sabías este tipo de experiencias solo se viven aquí en la Tierra, sin entrar en detalles de si es buena o mala.
Me dicen que vivo en una democracia, sí, para elegir un color, un coche o un tipo de televisión, etc... pero la realidad creo que es otra, por ejemplo en el mundo laboral, es la forma de ver que estamos en una dictadura, como levantes un poco la cabeza y digas que estás ahí automáticamente pasa la guillotina invisible, o pasas a la lista de color. Voy directo a la experiencia:
Soy un trabajador del sector de la madera y cambiaba mis servicios a una empresa por un una cantidad de € al mes. El 18/09/07, cuando ficho veo un panfleto que dice” la empresa prohíbe el uso de auriculares para oír radio o música, los teléfonos móviles y el uso continuo del aseo”. Mi primer pensamiento fué “creo que se están pasando”. Yo utilizaba los auriculares a menudo porque mi puesto de trabajo me lo permitía. Al día siguiente no hice caso del panfleto y continúe utilizándolos, se me acercó un trepa, sí, este tipo de gente que escala puestos a costa del compañero, y me dice que me quite los auriculares; yo le pregunto si esto está en el estatuto delos trabajadores o si la empresa lo puede hacer, y después de trabajar 9 años juntos me dice que si no estoy de acuerdo que me busque un abogado o ahí está la puerta. Se puede ver que el respeto en este caso se esfumó.
No me los quite y más tarde se acerco el encargado, ese trabajador que olvida que su trabajo es organizar la faena y tu de ejecutarla y nada más. Pero por lo visto, en el mundo laboral cogen un poder que están por encima de ti, olvidando que eres persona. El resto de los trabajadores se lo quitaron.
Termino mi jornada laboral y consulto con el “Oráculo en castellano Google”, me pongo en contacto con un asesor laboral y le digo que me dé información de cómo presentarse a delegado de personal y justamente este contacto era quien oficialmente presentaba las elecciones sindicales y me dice los pasos a seguir. Yo le pregunto si la empresa tiene que estar informada y me dice que amistosamente se le puede comunicar.
Al día siguiente hablo con ”los 33 cabezas agachadas”, ó sea, 33 trabajadores, y me dicen que de ellos me dan su voto. En esta fecha la empresa ha contratado a 15 trabajadores, la mayoría no españoles, qué más da, al saber que uno de los trabajadores se iba a presentar como delegado, se me acercó un compañero de los contratados y me pregunta que es esto del delegado de personal y le respondo que es un representante de los trabajadores de esa empresa y me dice que el encargado le mira mucho y que se queda mirándolo a su espalda y que esto le ocasiona que le tiemblen las manos y que él tiene el corazón pequeño y le ha entrado miedo cada vez que tiene que volver al trabajo, que es extranjero y solo ha venido a España a trabajar y no quiere problemas. Me quedé sobrecogido, desde el puesto de trabajo a mi casa hay 20 minutos, se me caían las lagrimas del relato que había oído. Recibí una inyección de fuerza, no es que sea el Zorro, ni vaya solucionando los problemas de los demás, era mi momento rebelde. Me vuelvo a poner en contacto con el asesor para que me mande el formulario para poner las firmas de los trabajadores y así el asesor poder presentarlas y regístralas legalmente. Su respuesta fue que en unos días tendría los papeles en el buzón. Yo hago dos panfletos diciendo: “Se convocan Elecciones Sindicales, candidato Manuel”. Las imprimo y me las llevo al trabajo, con la intención de ponerlas en el comedor, después de hablar con el encargado y ponerlo al día de lo que estaba ocurriendo.
Después de enganchar a trabajar esperé a que se acercase el encargado para hablar con él en persona, y le dije que si tenía unos minutos para hablar delante de un café, me respondió que no, fuimos al comedor y el llevaba un folio. Cuéntame Manuel ,me dijo. Bien, hay dos temas de lo que quiero hablar, uno personal y el otro laboral. El laboral es que vamos hacer elecciones sindicales para nombrar un delegado de personal y aquí traigo unos folios para colocarlos en el comedor después de hablar con usted, y el personal, yo ya tenía el permiso del compañero para hablar del tema al encargado y le conté la confesión del compañero extranjero, el problema que estaba viviendo con el temblor de manos y el miedo que había cogido al volver al trabajo y que su corazón era pequeño, le dije que creía oportuno que hiciera lo posible por no presionar al personal y que intente utilizar las buenas maneras y el respeto, y que si no le veía como trabajador que le llame a la oficina y le diga que no es el tipo de trabajador que buscan y hasta luego Lucas, pero que intentarse no utilizar la presión. Claro que esto te lo diga un trabajador que está por debajo de ti supongo que tiene que tocar las pelotas. Solo creía que debía saberlo le dije, yo no voy enseñarle como hacer su trabajo. Bien aquí traigo un folio para que me lo firmes, me dijo, ¿que era? Una notificación de que por no haber hecho caso de quitarme los auriculares me sancionaban con una falta leve. bien, no hay problema yo la firmo porque la empresa si puede poner estas normas justificando que no puedes oír y producirse un accidente, pero lo que ellos creen es que una persona oyendo la radio baja la producción, y claro no te exprimen como ellos quieren, sin entrar en más detalles.
Después que la empresa ya conoce la noticia, pegue los panfletos, y le digo al personal que se relaje, termino mi jornada del lunes y me llama el encargado: “Manuel, acompáñame a la oficina”, y me presenta un folio comunicándome que la empresa ha notado que ha bajado mi producción y como no es demostrable ante un juzgado proceden a un despido improcedente. Les miro y les digo: “¡leche, podre comprarme un sofá!, bien, ya os habéis quitado el grano que os ha salido en el culo”.
Yo viviré esta experiencia, y procurare rodearme de gente que crea que aunque haya que trabajar, se puede hacer en armonía, no de la forma que trabaja hoy el hombre.
2 comentarios:
¿Por qué nos da tanto miedo confiar? Va a ser que te empujaron la vaquita!
¡Olé!
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