13 junio 2009

Cerrando puertas

Una de las utilidades de las puertas es que se pueden abrir y cerrar.

Parece tan obvio que hasta parece tonto decirlo, pero no lo es tanto si pensamos que muchas veces hay en nuestra vida alguna puerta que siempre está abierta sin intenciones de ser cerrada, cuando por ella nadie pasa y solo hay proyecciones pasadas o futuras en vez de realidades presentes.

A menudo es necesario pasar página, hacer un punto y aparte, cerrar etapas que nos permitan centrar toda nuestra atención, intención y energía en otras cosas, existentes o nuevas, y que de no hacerlo así nos vamos poco a poco envolviendo en una tela de araña fabricada por nosotros mismos que nos impide fluir con el curso de la vida.

Hay un tiempo para todo y todo tiene su tiempo, y sin estar necesariamente cerrados a nada es importante saber cuándo nos conviene cerrar alguna puerta que nos tiene como si fuéramos un portero, pendientes en algún nivel de algo que a veces ni nosotros mismos sabemos pero que habitualmente está relacionado con el apego, la resistencia o el miedo a los cambios.

Es una buena práctica tomar decisiones y llevarlas a cabo sin posponer una y otra vez tantas cosas que decimos querer hacer. Actuar de inmediato y no recrearse más de lo necesario nos pone en las mejores condiciones para aprovechar el instante, y la vida, aunque tengamos la sensación de pasado y futuro, sólo se puede vivir en presente. Cada instante que nos ha sido regalado y hemos dejado pasar no lo podremos vivir nunca.

Y para vivir hacer falta estar dispuestos a cambiar, la propia vida es cambio continuo, movimiento, adaptación a lo siempre nuevo, y eso requiere de nosotros ir ligeros de equipaje que nos lastre e impida caminar.

Sería una buena reflexión darse cuenta de si hay alguna puerta que queramos cerrar y no lo hacemos… y hacerlo ya, por fin, cuanto antes.

Cierra una puerta el bebé cuando nace, y se abre a una nueva vida. Cierra la niña el baúl de las muñecas y deja que la vida surja desde ella. Cierra el adulto las ventanas de la casa y contempla los tesoros que hay dentro de ella. Cierra los ojos el anciano y ve que sigue habiendo Luz…

Cerrar puertas y vivir el instante, actuando, haciendo, es abrir otras nuevas.