29 diciembre 2007

Por qué escribo


Escribo porque siento la necesidad de expresarme, de lanzar a los cuatro vientos lo que pienso, lo que siento y lo que vivo, y que viaje hasta los confines del universo.

Escribo porque quiero compartir con otras personas y enriquecerme con lo que ellas me compartan. Las palabras me parecen mágicas y poder hacer que viajen y lleguen a cualquier lugar es como hacerlo yo mismo, pues de mí han surgido y son como mis embajadoras.

Escribo porque luego, mis palabras, vuelven cargadas de ilusiones, de esperanza, de inquietudes, en suma, del espíritu que me las devuelve, y al yo recibirlas es mi espíritu quien lo hace y se identifica haciéndome crecer más.

Escribo porque mi piel no marca el final de mí, es tan sólo como la membrana de una célula que no tiene sentido por sí misma. Yo Soy algo más y estoy hecho también de vosotros, los que me leéis y me regaláis vuestras palabras permitiéndome conocerme mejor y amplificar mi universo.

En suma, escribo porque estoy hecho de palabras, puesto que por medio de la Palabra fui creado y Soy Palabra hecha carne, Verbo enamorado del Creador que se regocija al contemplar su Creación.

Los Santos Inocentes


El 28 de diciembre se celebra el día de los Santos Inocentes, siendo costumbre gastar bromas a la gente, tanto en plan personal como los mismos medios de comunicación. Si el receptor de la broma se la cree se le suele llamar “inocente”.

¡Qué bonita palabra la de inocente! A veces se busca una mano inocente para sacar algo, otras se insulta a alguien llamándole inocente. Parece que se usa de una forma un poco arbitraria, ¿no? Incluso se habla de la edad de la inocencia y de la pérdida de la misma.

No estoy de acuerdo en que se deba perder obligatoriamente la inocencia. Si tal cosa sucediera, visto de un modo determinado pasaríamos a ser culpables ¿no? Al fin y al cabo en un juicio se trata de probar la inocencia del acusado. ¿Qué pasa, que dentro de un juzgado queremos ser inocentes y en la calle sentimos que es vergonzoso?

La inocencia me parece una de las virtudes más bellas. Creo que podemos cumplir años y con ellos saber más cosas, tener más conocimiento, pero sin perder la inocencia. Si la experiencia y el conocimiento van unidos a la inocencia apuntan al camino de la sabiduría.

La inocencia es vivir en el presente, olvidarse de otras veces que ya pasó eso, que ya viví lo otro, que fulanito es así o asá… Sin inocencia no puede haber confianza. Quizá Dios sea la máxima expresión de la inocencia, pues seguir confiando y dando nuevas oportunidades a esta humanidad bien lo demuestra, como bien lo mostró el maestro Jesús cuando dijo: “dejad que los niños se acerquen a mí…” Ellos –los niños- son el máximo reflejo de la inocencia, aunque por desgracia nuestro actual estilo de vida esté acabando con ella a una edad cada vez más temprana.

Y en tal día como hoy, no debemos olvidar que se realizó en Belén la matanza de todos los niños menores de dos años. Eso es lo que conmemora esta fecha. Deberíamos tenerlo en cuenta antes de gastar una “inocentada”.

Por cierto, cada vez que nos aprovechamos de otro ser que es inocente estamos renovando aquella matanza. Cada día, dos mil ocho años después de esta masacre, se sigue matando inocentes. ¡Todavía!

¿Es para reírse?

25 diciembre 2007

Ya es el tiempo


Cree en ti,
siente la fuerza que hay en tu interior,
prepárate para ver,
para escuchar,
para dejarte guiar.

Confía
y actúa enter@.

Tu, a la vez, eres vist@ y escuchad@,
estoy atent@ a ti,
tod@s estamos atent@s,
¿por qué prorrogar más?

Ya es el tiempo…

23 diciembre 2007

Qué dificil es ser

Cómo expresar lo difícil que es a veces seguir, no sentirse de ningún lugar, no dar importancia a lo que otros dan o dársela a lo que nadie le da, ser riguroso sin caer en radical, hablar sin herir, no juzgar ni criticar, echar de menos algo que no sé definir, adaptarme a unas normas que no fueron pensadas para mí, aspirar a cosas en las que pocos creen…

A pesar de todo sigo creyendo en la posibilidad de lo imposible, en la certeza de lo indemostrable, en la magia, en lo invisible, en los sentires que no caben en las razones… Me sigo sorprendiendo, ilusionando, entusiasmando. Sigo creyendo en la vida y en que, a pesar del sin sentido que nos rodea, es todo apariencia y hay un Plan perfecto del que todos formamos parte, un Gran Juego Cósmico.

Sí, nací para volar hasta los confines del universo, no puedo estar en una jaula por preciosa que ésta sea, ni tan siquiera si la jaula es mental, porque nada me puede contener.

Y trato de seguir mi Vía, la que siente mi corazón aunque a veces no pueda entender mi mente, y no es mi intención herir a nadie aunque a veces alguien se sienta herido. Sólo trato de ser yo mismo, y estoy aprendiendo, como un niño pequeño que a veces se cae y vuelve a levantarse. Aspiro a cosas sencillas, simples, valiosas, a la autenticidad de poder ser y expresar mi espíritu en todo cuanto viva.

Y decido seguir.

18 diciembre 2007

Guiños de estrellas

En estas fechas navideñas encuentro cada vez más personas que tienen ganas de que pasen rápido, no les gustan porque echan de menos a alguien, añoran a seres que ya no están en sus vidas y cuya ausencia se hace mas manifiesta en estos instantes. Sienten huecos irremplazables.

A todas estas personas, especialmente, va dedicado este pequeño cuento surgido del corazón e inspirado por un comentario que me llegó y lo hizo brotar. ¡Ojala aporte un poquito de esperanza!

Y cuentan los que lo saben, que en el silencio de la noche el cielo se llena de estrellas que nos guiñan los ojos, y a cada guiño responde un latido de nuestros corazones, porque la sangre que nos recorre reconoce en su luz la amorosa mirada de nuestros seres amados que, habiendo ya partido, nos contemplan desde allí y en cada destello nos recuerdan que siguen estando presentes aunque de otra forma, pues la Luz del Ser que somos está siempre viajando por todos los confines del universo, moviéndose y cambiando de forma, pero siempre presente, pues la Luz no puede desaparecer, y si somos Seres de Luz, tampoco nosotros…

15 diciembre 2007

Palabras


¿Quién sabe dónde estaré cuando me leas?
estamos destinados a encontrarnos,
pues ahora tú lees lo que yo escribo,
y mañana, quién sabe si tu verbo,
hecho palabras llegará hasta mí
contándome lo que tu corazón anhela
y hará latir el mío sin quererlo.

Pues, ¿dónde estarás tú al leerte yo?
quizá ya ni siquiera estés,
pues siempre estuviste en mis adentros
tal vez, escribo para yo leerme,
mientras tú escuchas tus palabras,
sí, mientras yo mismo me escucho
pronunciar lo que tu corazón escribe.

13 diciembre 2007

La moda de los calendarios

Hace muchos años, los calendarios calentitos estaban protagonizados por actrices, modelos, etc. que posaban como trabajo para una firma, empresa, grupo o lo que fuera, pero de un tiempo a esta parte parece que todo el mundo se está apuntando a la moda de los calendarios, ya se ha convertido en una práctica habitual.

Tenemos, sin contar los de siempre –chicas, paisajes, pinturas, etc.-, calendarios del cuerpo de bomberos –muy cotizados estos-, de equipos de baloncesto, de fútbol y un largo etcétera.


Hace una semana, más o menos, vi en el telediario la noticia de un calendario que habían hecho unos médicos italian
os de un hospital que salían en calzoncillos mientras reconocían a sus pacientes vestidos.

El otro día se armó un gran revuelo por un calendario que ha hecho la compañía aérea RyanAir en el que las protagonistas son sus azafatas. Según una asociación de consumidores española y el instituto de la mujer, dicho calendario humilla a las mujeres y quebranta la ley. Personalmente me siento extrañado, pues no veo diferencia entre esos calendarios y la mayor parte de anuncios publicitarios en que la mujer interviene en condiciones similares, si no peores, y ahí no dicen nada.

Y ahora resulta que el último en salir ha sido el calendario del Vaticano. Sí, han leído bien, el estado representante de Dios en la Tierra. Por un módico precio de 10 euros se puede pedir vía email y recibirlo en casa si es que no se ha agotado ya. Parece que el año pasado ya tenían calendario y fue todo un éxito, pues sus 40.000 ejemplares se agotaron enseguida. Pero no vayan a creer que es un calendario de iglesias o imágenes de santos, no, ni hablar, nada de eso. Y lo más importante, tampoco atenta contra la dignidad de las mujeres, más bien diría que va dirigido a ellas en vista de los 12 macizos sacerdotes y seminaristas que bien podrían estar desfilando en una pasarela.


¿Por qué no habrán sacado monjitas? ¡Ah, ya!, porque la mujer induce al pecado y al vicio, claro, ¿cómo no se me había ocurrido antes? ¿Cómo iban a sacar a monjitas jovencitas con miradas sugerentes e insinuantes curvas bajo los hábitos?

Indudablemente, no podemos pensar que porque los representantes de Dios para millones de fieles en este planeta hagan calendarios de chicos es por mandato divino. Quizás están intentando pescar parte de los peces que se han salido de sus
redes y de paso recaudar algo de dinerito, que siempre va bien.

No, no creo que Dios se dedique a hacer calendarios, pero tampoco creo que vaya por ahí condenando a nadie. Creo que en su inmenso amor nos da todas las opciones para que descubramos cual es nuestro camino, y cada cual va transitando el suyo…

Como diría Quijote: ¡Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho!

Desarrollar el propio criterio


No se trata de ser unos críticos que tratemos compulsivamente de dar un punto distinto a todo, sino ser capaces de sentir, ver, pensar y llegar a nuestras propias conclusiones, dejar de firmar cheques en blanco para que otros pongan la cifra que quieran, darnos cuenta hasta qué punto aceptamos sin más esas informaciones y opiniones que nos llegan y que, habitualmente, creemos y hacemos nuestras sin más, sin plantearnos mínimamente nada.

Estamos muy manipulados, desde que nacemos comienza nuestra educación y estamos sometidos a una continua programación destinada a conformar seres útiles a los intereses de una sociedad que realmente no mira por el bien de las personas y que está dirigida por unos pocos, muy pocos, a los que ni siquiera conocemos.

Nuestros sentidos son las ventanas que nos conectan con el universo. ¿Por qué no los utilizamos con sentido y de ese modo vamos dando sentido a nuestra vida? Somos como un receptor-emisor al que le han programado los canales que debe sintonizar y, además, nos han ecualizado la reproducción para que sea conforme al programa establecido que toca.

Está claro que si no ponemos filtros entra de todo, con lo que eso supone. Dicen, se dice, que estamos en la sociedad de la información, y es bien cierta una cosa: estamos saturados de datos que nos llegan continuamente de todas partes, jamás en la historia de la humanidad un ser humano ha tenido a su alcance tantos datos, pero, ¿contribuye eso a que estemos más informados o, más bien, nos uniforman –que no informan- de acuerdo a un plan y un método que hace que en esa plenitud de información perdamos nuestra propia capacidad de reacción y nuestro criterio?

La verdad es que estamos desinformadamente informados, y si los datos suministrados no son correctos o adecuados, ¿cómo puede esperarse que sea la respuesta personal? ¿Quién nos garantiza que son ciertas las cosas que nos dicen? “Ah, es que lo ha dicho la televisión”, ¡bueno!, pues si lo ha dicho la televisión… (sic)

Nadie puede estar haciendo algo sin darse un respiro, una tregua, una pausa, sea esto caminar, dormir, comer o lo que sea, llega un instante en que se tiene que cambiar, que moverse o que parar o dejar de hacerlo, o cae uno dormido o finalmente se despierta porque ya no puede dormir mas. Y del mismo modo llega un momento en que tenemos que dar una tregua a nuestros sentidos, hacer una pausa en ese proceso de engullir información y que en esa pausa se dé un descanso a nuestros sentidos y se genere el vacío necesario para poder sentir, asimilar y discriminar todo eso que nos ha entrado y que de ahí pueda surgir una respuesta personal única y un criterio sentido, acertado o no para los demás pero que tenga un sentido y esté sustentado por un proceso personal interior.

Es necesario dar una respuesta personal, no podemos seguir asumiendo como propias una serie de opiniones, ideas y respuestas ante la vida que no son genuinamente nuestras, no debemos renunciar a nuestro auténtico sentir y testimonio ante la existencia, pues nadie dará nuestra respuesta por nosotros.

Ya saben, si en un rebaño de ovejas donde todas dicen “Báaaaa” sale una que dice “Béeeee” todos van a por ella, es la oveja negra, la rara, la distinta, la loca. Y a veces puede tanto la necesidad de ser aceptados y no meterse en problemas que se acaba siendo una oveja más del rebaño… Lo malo de ser una oveja es que antes o después, el matadero está ahí, acechando.

Quizá lo mejor sea descubrir nuestra auténtica naturaleza, y a lo mejor resulta que nos somos una oveja sino una cabra, y como la cabra tira p’al monte pues allá que vamos y nos libramos del matadero. ¡Quien sabe!

11 diciembre 2007

Hoy me levanté con la cancioncita

Amor mío.mp3




Esta mañana me desperté con el runrun de esta canción en la cabeza, y ahí dale que te pego, así es que ¿por qué no ofrecérosla? Igual ni conocéis a este fabuloso cantaor flamenco, El Cabrero, alguien a quien merece la pena escuchar y sentir, pues la mayoría de sus letras tienen mucha enjundia. Espero que lo disfrutéis y que os alegre el día.

09 diciembre 2007

Cómo seguir la Vía


He estado pensando un rato la respuesta a una inquietud planteada por una persona: “¿Qué hacer cuando uno quiere descubrir su vía?”, y no me resultaba fácil responder con pocas palabras y con claridad.

Quiero dejar claro que lo que aquí expongo son mis pensamientos, sentires y experiencias, y que la inquietud que me mueve es la de compartir con todo aquel que quiera, éste camino, esta vía. No soy un maestro, soy una persona normal a la que le pasan todo tipo de cosas y que, eso sí, trato de ser consciente y dar mi mejor respuesta.

Hay cientos, por no decir miles, de libros de crecimiento personal y espiritualidad que dan pautas más o menos complejas. Yo no voy a entrar en eso, los libros ya lo hacen. Lo que voy a hacer es dar una sola pauta que para mí es la más importante en este momento.

La mejor forma para que una persona que tiene la inquietud de seguir “su vía” la vaya descubriendo, es a través de buscar y relacionarse con gente que tenga inquietudes similares. Relacionándose y compartiendo con esas personas afines en inquietudes, van a ir ocurriendo las cosas que para cada cual sean necesarias y que le permitirán ir descubriendo y caminando poco a poco, desde el primer instante.

Así es como lo hago yo, o más bien como lo hacemos nosotros, un pequeño grupo de personas que nos reunimos desde hace muchos años para compartir nuestras inquietudes, para trabajar nuestro interior y permitir que nuestro espíritu se exprese. Por eso hemos creado estos blogs porque no queremos estar aislados, pensamos que es momento de compartir y éste es un medio estupendo.

Es decir, creo que lo que estamos haciendo nosotros, y me consta que muchos otros grupos en todo el mundo, es un buen medio de descubrir cosas que nos permitan ir sintiendo y siguiendo nuestro propio camino. Esto, sin olvidar que existe un camino común para toda la humanidad.

La respuesta estaba ahí, en la oración del último miércoles: “El hombre, un proyecto vital del Creador”, que se puede leer en el blog “El Sentir de la Vida”. Creo que es muy esclarecedora y no veo que se pueda añadir más en este momento.

Gracias.

07 diciembre 2007

¡Os ordeno ser felices!


Vino al mundo un Maestro, nacido en la tierra santa de Indiana, criado en las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.

El Maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las escuelas públicas de Indiana y luego, cuando creció, en su oficio de mecánico de automóviles. Pero el Maestro traía consigo los conocimientos de otras tierras y otras escuelas, de otras vidas que había vivido. Los recordaba, y puesto que los recordaba adquirió sabiduría y fuerza, y la gente descubrió su fortaleza y acudió a él en busca de consejo.

El Maestro creía que disfrutaba de la facultad de ayudarse a sí mismo y de ayudar a toda la humanidad, y puesto que lo creía, así fue, de modo que otros vieron su poder y acudieron a él para que los curase de sus tribulaciones y sus muchas enfermedades.

El Maestro creía que era bueno que todo hombre se viera a sí mismo como hijo de Dios, y puesto que lo creía, así fue, y los talleres y los garajes donde trabajaba se poblaron y atestaron con quienes buscaban su sabiduría y el contacto de su mano, y las calles circundantes con quienes sólo anhelaban que su sombra pasajera se proyectara sobre ellos y cambiara sus vidas.

Sucedió, en razón de las multitudes, que varios capataces y jefes de talleres le ordenaron al Maestro que dejara sus herramientas y siguiera su camino, porque el apiñamiento era tal que ni él ni los otros mecánicos tenían espacio para trabajar en la reparación de los automóviles.

Se internó, pues, en la campiña, y sus seguidores empezaron a llamarlo Mesías, y hacedor de milagros; y puesto que lo creían, así fue.

Si estallaba una tormenta mientras él hablaba, ni una sola gota de lluvia tocaba la cabeza de uno de sus oyentes, y quienes estaban en el fondo de la multitud escuchaban sus palabras con tanta nitidez como los primeros, aunque en el cielo retumbaran rayos y truenos. Y siempre les hablaba en parábolas.

Y les dijo:

En cada uno de nosotros reside el poder de prestar consentimiento a la salud y a la enfermedad, a las riquezas y a la pobreza, a la libertad y a la esclavitud. Somos nosotros quienes las dominamos y no otro.

Un obrero habló y dijo:

Es fácil para ti, Maestro, porque a ti te guían y a nosotros no, y no necesitas trabajar como trabajamos nosotros. En este mundo el hombre debe trabajar para ganarse la vida.

El Maestro respondió y dijo:

Una vez vivía un pueblo en el lecho de un gran río cristalino. La corriente del río se deslizaba silenciosamente sobre todos sus habitantes: jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos, y la corriente seguía su camino, ajena a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.

Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río, porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente. Pero al fin una criatura dijo: estoy harta de asirme. Aunque no lo veo con mis ojos, confío en que la corriente sepa hacia dónde va. Me soltaré y dejaré que me lleve adonde quiera. Si continúo inmovilizada, me moriré de hastío. Las otras criaturas rieron y exclamaron: ¡Necia! ¡Suéltate, y la corriente que veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos, contra las rocas, y morirás más rápidamente que de hastío!

Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y después de inhalar profundamente se soltó; inmediatamente la corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas. Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la corriente la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.

Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían, clamaron: ¡Ved un milagro! ¡Una criatura como nosotras, y sin embargo vuela! ¡Ved al Mesías, que ha venido a salvarnos a todas!

Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: no soy más mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea es este viaje, esta aventura.

Pero seguían gritando aún más alto: ¡Salvador!, sin dejar de aferrarse a las rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista, había desaparecido y se quedaron solas, tejiendo leyendas acerca de un Salvador.

Y sucedió que cuando vio que la multitud crecía día a día, más hacinada y apretada y enfervorizada que nunca, y cuando vio que los hombres le urgían para que los curara sin descanso, para que los alimentara con sus milagros, para que aprendiera por ellos y viviera sus vidas, se sintió afligido, y ese día subió solo a la cima de un monte solitario y allí oró.

Y dijo en el fondo de su alma: "Será un Portento Infinito, si esa es tu voluntad, que apartes de mí este cáliz, que me ahorres esta tarea imposible. No puedo vivir las vidas de los demás, y sin embargo diez mil personas me lo suplican. Lamento haber permitido que sucediera todo esto. Si esa es tu voluntad, autorízame a volver a mis motores y a mis herramientas, y a vivir como los otros hombres".

Y una voz habló desde las alturas, una voz que no era masculina ni femenina, poderosa ni suave, sino infinitamente bondadosa. Y la voz le dijo: "No se hará mi voluntad sino la tuya. Porque lo que tú deseas es lo que yo deseo de ti. Sigue tu camino como los otros hombres, y que seas feliz en la tierra".

Al escucharla, el Maestro se regocijó, y dio las gracias, y bajó de la cima del monte tarareando una cancioncilla popular entre los mecánicos. Y cuando la multitud le urgió con sus penas, y le imploró que la curara y aprendiese por ella y la alimentara incesantemente con su sabiduría y la entretuviera con sus milagros, él le sonrió y le dijo apaciblemente: renuncio.

Por un momento, la muchedumbre quedó muda de asombro. Y él continuó:

Si un hombre le dijera a Dios que su mayor deseo consistía en ayudar al mundo atormentado, a cualquier precio, y Dios le contestara y explicara lo que debía hacer ¿tendría el hombre que obedecer?

¡Claro, Maestro!, clamó la multitud. Si Dios se lo pide deberá soportar complacido las torturas del mismísimo infierno.

¿Cualesquiera que sean esas torturas y por ardua que sea la tarea?

Deberá enorgullecerse de ser ahorcado, deleitarse de ser clavado a un árbol y quemado, si eso es lo que Dios le ha pedido, contestó la muchedumbre.

¿Y qué haríais -preguntó el Maestro a la concurrencia- si Dios os hablara directamente a la cara y os dijera: OS ORDENO QUE SEÁIS FELICES EN EL MUNDO, MIENTRAS VIVÁIS'? ¿Qué haríais entonces?

La multitud permaneció callada. Y no se oyó una voz, un ruido, entre las colinas ni en los valles donde estaba congregada.

Y el Maestro dijo, dirigiéndose al silencio:

En el sendero de nuestra felicidad encontraremos la sabiduría para la que hemos elegido esta vida. Esto es lo que he aprendido hoy, y opto por dejaros ahora para que transitéis por vuestro propio camino, como deseáis.

Y marchó entre las multitudes y los dejó, y retornó al mundo cotidiano de los hombres y las máquinas.

Introducción del libro "Ilusiones", de Richard Bach

03 diciembre 2007

El viejo árbol

Erase una vez un inmenso árbol, tan viejo que nadie del lugar podía decir cuántos años tenía. Todos lo recordaban desde siempre tal como ahora era.

Su recio tronco era tan grueso que para abarcarlo hacían falta varios hombres, y contemplarlo era como ver el mapa del mundo con sus valles, sus ríos y sus colinas.

Su piel era rugosa y contenía la sabiduría del tiempo, pues en ella estaban escritas todas las cosas que había vivido para quien supiera leerlas, desde la misma base junto al suelo, donde los enamorados habían grabado corazones con los nombres de sus amadas, hasta lo más elevado de su copa desde donde se divisaba todo el contorno.

Sus impresionantes brazos se expandían hacia fuera como queriendo tocar a los demás árboles que había cerca de él, y de ellos salían ramas cada vez menores, estando todas repletas de infinidad de hojas cuyo contraluz al sol del atardecer recordaba el reflejo de la luz en el agua, y que regalaban su sombra y frescor cuando la brisa pasaba entre ellas haciéndolas susurrar. A sus pies, las hojas de él desprendidas formaban un bello tapiz multicolor donde caminar descalzo era una delicia.

En todo el árbol rebosaba la vida, pues infinidad de seres lo habían escogido para vivir, alimentarse o simplemente descansar y deleitarse, y él se ofrecía generosamente a todos sin excepción. En su naturaleza de árbol estaba escrito que fuera así, como siempre había sido desde que el mundo es mundo, una entrega callada, generosa y permanente donde no había lugar para el reclamo.

¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que llegó aquí como semilla y arraigó en este suelo? Tanto, que ya no lo recordaba. Pero lo que no olvidaba ni olvidaría nunca era que él ya existía en el árbol que produjo la semilla que le dio origen, y en el que lo produjo a éste, y que también seguía existiendo en otros árboles que habían nacido de las semillas por él generadas. Y también sabía que existía en la mente y los corazones de todos los seres que lo habían conocido y lo querían, y allí seguiría vivo, en todos esos lugares, pasara lo que pasara.

Pero aquí, en este lugar, después de tanto tiempo que ya no era capaz de recordar, sabía que tenía que dejar de estar muy a su pesar. Y se disponía a ello con la generosidad y entrega que siempre había tenido, sintiendo a todos los seres que cobijaba y despidiéndose de ellos con todo su amor.

El viejo árbol estiró sus brazos una vez más, todo lo que pudo, intentando arropar a los que había junto a él y cuyo temblor percibía claramente, mientras trataba de sentirse unido a todo, a la tierra que lo enraizaba, al cielo que lo cubría y a esas llamas que estaban cada vez más cerca.

Sabía que iba a fundirse con ellas y tan sólo cambiaría de forma, y se sentía tranquilo, esperando el momento de la fusión, pero muy adentro de él seguía sin saber por qué los hombres prendieron aquel fuego.