02 noviembre 2007

Todos somos islotes


Soy un islote misterioso y perdido en medio de un océano de almas que me llegan sin ellas saberlo, cuando el mar trae hasta mis orillas sus presentes.
Y a través de ellos imagino cómo será el personaje que me llega, y lo miro, y lo siento a través de su presente, sea este una botella con mensaje, un trasto viejo, un bonito dibujo, un desvelo, un e-mail, una inquietud...
Pero nunca me siento sólo, porque –aunque ellos no lo sepan- nos une el mar, ese mar tan inmenso que llega desde sus orillas a las mías y me habla con sus olas de lo que ellos jamás me contarán, porque para el mar no hay secretos, somos hijos del mar que corre también por nuestras venas, muy dentro nuestro.
Y, ¿sabes qué me contó?: que todos somos islotes, unos mas grandes, otros menores, pero islotes al fin y al cabo, y que todos estamos unidos por abajo, por donde las aguas de la vida nos impiden ver, pues somos Uno.
Y yo, atrevido de mí, me desprendí de un trozo de mí mismo en una piedra que descendió hasta lo mas profundo para poder ver eso. No te puedo decir que comprendiera todo lo que vi, pero vi muchas cosas que no solemos ver por no enseñarlas, pues están ahí, en nuestras profundidades, esperando poder ascender a nuestra superficie para dejar de ser islotes, pues nos engrandecen, y poco a poco así, nuestras orillas se acercan mas unas a otras, hasta que dejan de ser orillas y se funden y... por fin se dan cuenta que nunca estuvieron separados.

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