21 octubre 2007

Gracias

¡Qué poco se oye esta palabra! Seguramente, si se tuvieran que borrar del diccionario algunas de las que menos se usan, ésta sería una de ellas. En cambio, ¡se oyen tanto otras que deberían estar borradas!
Cuando era pequeño me acostumbraron a dar las gracias y me alegro de no haber perdido la costumbre. Espero no perderla nunca.
Dar las gracias es ser consciente de que te han hecho una gracia, es reconocer que has recibido algo, es sentir que existes para alguien. Dar las gracias es cerrar el círculo y permitir que otro nuevo comience, y otro, y otro… hasta el infinito.
Sí, siento que tengo motivos todos los días para dar las gracias, muchos motivos.
¡Gracias!
Porque tras el sueño de la noche he abierto de nuevo los ojos y me he reencontrado con la vida: ¡un día más!
Porque tengo un hogar digno cuando millones de personas malviven en chabolas o en la calle.
Porque me cubren y protegen buenas ropas cuando tantos llevan harapos.
Porque todos los días hay buena comida en mi mesa, y sé que cada día mueren miles de seres humanos por no tener alimento.
Por tener a mi alrededor tantas personas que me quieren y respetan, cuando hay quien no conoce sino la indiferencia y el desprecio.
Por poder ayudar a otros seres haciendo algo que me llena en vez de venderme por un salario, y no sentir que estoy haciendo un trabajo.
Por poder caminar, por poder pensar, por ilusionarme, por amar, por creer que no hay nada imposible, sí, incluso ahora en que el mundo parece estar boca abajo.
En definitiva, por sentirme recreado en cada instante, no sólo creado, por esa Fuerza que sigue estando ahí, manteniéndonos, sosteniéndonos, a ti, a mí, a todo…
Dar las gracias es un paso previo para estar en estado de gracia. ¡Tengo tantos motivos para dar las gracias…!

¡Gracias, gracias, gracias...!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como acabo de leer,es cierto que cada vez nos resulta mas dificil dar las gracias. Por eso me gustaria que leyerais algo que yo he leido, y vereis que dar las gracias es muy sencillo.



Una alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro. El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres llenos con ángeles. San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo.
Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas." El ángel miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.

Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron." El ángel vio cuan ocupada estaba. Habían tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.

Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, el ángel se detuvo en la última sección. Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro al alma. "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma. "Esto es lo peor"- contestó San Pedro. "Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento."
"¿Cómo uno agradece a las bendiciones de Dios ?" "Simple" - contestó San Pedro, "Solo tienes que decir, gracias Señor".

Gracias por leerlo.

Anónimo dijo...

Nos es muy fácil decir, gracias,cuando todo nos va bien, pero que difícil es dar gracias por la lección que está siendo aprendida, para adquirir plenitud y sabiduría y eso que llegaron ellos, de la mano de Él.

Hoy levanto los ojos de nuevo por Tu amor tan pleno.

Por todos esos que me cuesta decir que son mis enemigos, gracias, por aquellos que me dañaron y calumniaron, por aquellos que odié y no perdoné, por los otros que de mi mintieron y se rieron y yo de ellos me burlé, gracias, por aquellos que no me amaron y dejé de amar, por los que yo no amé y ellos me amaron.

¡Gracias Padre! Por Tu bendición, pues de ellos aprendo la lección bien aprendida, por todo lo que no tengo en su día, aprendo a perder, a no poseer, a perdonar, a llorar, a quedarme completamente vacía, a ser humilde, a no encontrar ni mi ego, … a esperar creyendo sólo en Ti, a levantarme de nuevo, a caminar, a amar, dar, repartir, reír, compartir, a dejar, … a bendecir todo lo que hoy de nuevo soy para Ti.

Tu Gracia, es a veces ser mi enemigo, el que me enseña la gracia de los verdaderos valores humanos que trascienden más allá de lo humano, para poder ser cada día más pleno.

Gracias por todo el dolor que hoy siento en mi vida, tan solo es el mismo amor en su justa medida, de todo lo que hay ya dentro de todo, en mi contenido.

Gracias, desde tu Gracia Plena, hoy en tus brazos me he sentido de nuevo, un desierto florecido.