Estas tan lejos, Señor, y estas tan cerca, ¿es que acaso existe algún lugar donde no estés?, ¿acaso existe algo que no sea un reflejo tuyo?
Déjame que te hable a mi manera, a través de lo pequeño, de lo que me resulta más próximo, más cercano, pues eres tan grande que te me escapas, que no llego a verte y al mismo tiempo, mire adonde mire, no te veo sino a Ti.
No quiero confundirme y pensar que sólo estás en lo que más valoro o me gusta, pues se que también te muestras en quien todavía no es consciente de Ti y por ignorancia te busca por el camino que ya no corresponde, en quien usa mal el verbo que nos diste para crear y engaña y ofende a través de él, en quien utiliza su pequeña fuerza como un gran poder para imponerse a los demás, sí, también en ellos estás Tú. Recuerdo que un gran maestro nos mostró cómo era capaz de ver la belleza donde otros no veían más que fealdad, “ni las perlas son tan blancas como sus dientes”.
Y me regalas tanto, a través de otros me regalas palabras sinceras, sentimientos por primera vez expresados, pensamientos, miradas… Utilizas todo para expresarte y llegar a mí, hasta internet, sí, también manejas internet y envías emails y smss, ¿acaso no se inventó por inspiración tuya? Aún hemos de mejorar, lo sé, tu sistema no tiene caídas de línea ni bajadas de velocidad, el problema está en nosotros, que no interpretamos bien tus instrucciones y tu mensaje, pero Tú, el Gran Servidor, estás disponible a cada instante, esperando a cualquiera que se quiera conectar a Ti ¡En Ti sí que está todo accesible!, sin trampas ni engaños, y encima no nos cobras ni siquiera tarifa plana.
Llegas a mí inspirando ternura en mi corazón cuando contemplo un colibrí herido en una mano amorosa y me doy cuenta de que Tú eres ambos, el colibrí y la mano, o cuando mi pequeñín, mi gafarroncico –como yo le llamo- me viene a dar un abrazo y lo siento apretarme con sus pequeños brazos alrededor de mi cuello, o cuando me esperas en mi puerta durante horas, aunque haga frío, y nada más abrir te veo en forma de gato buscando mis caricias o regalándome una hoja de árbol que has cazado para mí y has dejado en la alfombrilla.
Eres tan generoso y mis palabras se quedan tan cortas, que me siento como un niño que no sabe cómo expresarse ante algo tan grande. Pero de mi corazón surge un sentimiento y una palabra, pequeña, poco usada, pero que me quedo con ella por yo soy también así, pequeño ante Ti…
¡Gracias!