Esta mañana escuchaba la radio y hablaban sobre las “verdades incómodas”. Lo que decían los tertulianos me ha hecho sentir decepción, impotencia y algo más, y fruto de ello quiero decir lo que pienso al respecto.
No hay verdades cómodas o incómodas, hay verdades y mentiras.
Verdades a medias y mentiras piadosas solo son mentiras, y no sólo se miente con la palabra, también se hace con el gesto, con el comportamiento, con el silencio.
No sólo miente quien habla, miente también quien asume la mentira sabiéndola, quien calla, quien no la pone en evidencia por miedo, comodidad o el motivo que sea.
La mentira nos hace esclavos igual que la verdad nos hace libres. Mentira y miedo son opuestas a verdad y amor.
Cada persona tiene en cada instante de su vida el nivel de verdad que es capaz de asumir, nunca más.
Decir la verdad no equivale a ir por ahí diciéndole a todo el mundo lo que nadie te ha preguntado, ni a lastimar con las palabras. La verdad, dicha con amor, siempre llega al corazón.
Decir la verdad es una elección personal a la que siempre tenemos opción, por difícil que parezca.
El camino de la verdad no es siempre cómodo pero, ¿quién ha dicho que tuviera que serlo?, ¿es cómodo parir un bebé, por ejemplo? Sin embargo, siempre proporciona paz.